Mini Crítica: Desobediencia



¿Qué pasa cuando la protagonista de tu novela no funciona como la protagonista de tu guion? “Desobediencia” es una adaptación del libro debutante de la escritora inglesa Naomi Alderman, narrada en primera persona, esta forma narrativa ayuda a que el lector vea la historia a través de los ojos de la protagonista sin nunca separarse de ella. No pasa lo mismo con el guion de Rebecca Lenkiewicz coescrito con el oscarizado director chileno Sebastián Lelio, quien es el encargado de llevar a la pantalla grande por primera vez una película de lengua inglesa. 

Tras la muerte de su padre, Ronit (Raquel Weisz) regresa a su ciudad natal y se encuentra con su amor de infancia Esti (Rachel McAdams), ahora casada con su mejor amigo Dovid (Alessandro Nivola). Lelio traduce ese subjetivismo del libro con abundantes primeros planos. Al no emplear la voz en off, las intenciones de Ronit se diluyen, más aún cuando sus motivaciones y acciones son más débiles que las de sus amigos. Esti será capaz de confrontar su religión, su matrimonio y su trabajo, con tal de obtener "su libertad" en una constrictiva comunidad ortodoxa judía que desdeña su lesbianismo, y Dovid rompe sus formas dentro del statuo quo de su religión para aceptar a su esposa, -quizás si se hubiese dado más foco a Dovid, el discurso final se entendería. Es así que, Esti y Dovid crecen como personajes, en cambio Ronit se mantiene en la zona tibia; observa el mundo a su alrededor colapsar; entra a la historia de la misma forma que sale; y al final todo termina siendo para ella como un gran sueño erótico con su mejor amiga. Por tanto la historia de amor no toca fibras, a pesar que el trabajo actoral de McAdams y Weisz logra construir una energía vibrante que recae en los silencios y toma vuelo en los últimos cuarenta minutos.  

Un gran acierto del guion es poder construir en el presente la estrecha amistad de los personajes en el pasado, sin hacer uso del flashback. 


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