Lo primero que piensas cuando llamas a Lady Gaga a protagonizar un drama musical, - estratégicamente hablando-, es que igual van a aplaudir tu obra porque "Nace una estrella" es pura música y ella canta maravillosamente bien. Éxito asegurado diríamos. No me sorprendería que cante en la próxima edición del Oscar, así eleva el rating de la última edición, que fue el más bajo de su historia. Hasta la nominen a mejor banda sonora, mejor canción y mejor actriz. Gracias a la gran cantidad de fans que tiene, ayudaría a la taquilla, también.
Los espectadores irían a ver a Lady Gaga, pensando que es algo parecido a la historia de Stefanie Germanotta. Y no se equivocan. La última adaptación de "Nace una estrella" a manos de Eric Roth, Will Fetters y el mismo director, cuenta la historia de Ally y sus inicios en la música. Tal como la súper estrella del pop, Ally no se puede despegar de su piano y tiene que superar varios obstáculos para triunfar, entre ellos su físico.
Sin embargo, ¿qué pasa con la historia? Sinceramente cuesta dejar de lado la imagen de la súper estrella del pop para entrar libremente a la historia. Además, la fotografía que construye Mathew Libatique “Matty”, se basa en los primeros planos de su rostro llenos de luz, previniendo su futuro estelar en la música, lo cual lo hace aún más previsible y redundante. Como buen remake, no hay sorpresas en la historia, la cual fue llevada al cine hasta tres veces (1937, 1954, 1976) y funcionó. ¿Por qué no funcionaría ahora? Una apuesta fácil para la primera película del actor, ahora director Bradley Cooper, quien intenta hacer un docu-ficción, utilizando tiros largos de cámara en los escenarios que por cierto suelen ser los momentos mágicos en el musical.
Pero “Nace una estrella” es también la muerte de una estrella, Jackson Maine, el papel que hace el mismo director, Cooper, -al propio estilo de Clint Eastwood. Jackson conoce a Ally, y la ayuda a lanzarse en el mundo de la música. La carrera de ella crece, mientras que la de él se desploma. Ally es como una mujer que se podría decir sin defectos, irreal para este nuevo siglo, aquí entramos a la caricatura. Hace sacrificios absurdos por su esposo alcohólico y adicto a los barbitúricos, hasta dejar de lado su carrera. ¿Quizás a la hora de escribir le faltó más cariño al personaje de Ally para que conecte con las Allys de hoy? ¿Ustedes qué piensan?
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